Tilcara se encuentra ubicada a la vera del río Grande a 2465 metros sobre el nivel del mar, sobre la Ruta Nacional No.9 a 84 km al norte de San Salvador de Jujuy. En esta localidad de bajas edificaciones de adobe y con calles empedradas, el carnaval es el gran protagonista en los primeros meses del año. En esta esperada época del año sus polvorientas calles y las de los pueblos vecinos como Maimará se visten de fiesta y colores.
Pero lo primero que hay que hacer para comenzar los festejos es desenterrar al diablo del carnaval, un pequeño muñeco (pucllay) que imita a un diablo y que simboliza al sol, quien para los locales es el encargado de fecundar a la tierra (Pachamama).
Creencias y ritos populares, pero también muchas filosofías de vida propias, todo vale para divertirse. La fe religiosa se fusiona con las creencias populares y lleva a que en el centro y en los alrededores del pueblo comiencen los esperados y excéntricos festejos. Porque el carnaval es eso, descontrol, alegría, diversión y, por supuesto, fiesta que llega con el verano y con su época de lluvias. El agua abunda y vale mojarse, aunque sea de noche o haga fresco. Como una especie de bendición igual a la que genera un bautismo, mojarse en carnaval es una forma de purificación.
En toda la provincia de Jujuy, pero sobre todo en los pueblos que se alzan protegidos por la Quebrada de Humahuaca, los festejos han adquirido connotaciones bolivianas. Una de ellas es la presencia del diablo que, según creencias populares, baja de los cerros y se mimetiza de manera tan perfecta con los pobladores que es difícil saber quién es quién.
Los trajes coloridos a los cuales se les aplican espejos de todas formas y tamaños permiten, junto a las máscaras y a sus típicos cuernos, ocultar a cada uno de los que participan en estos festejos.
En el norte argentino, el carnaval se celebra hasta los días finales de febrero, y así, el primer domingo de marzo siguiente al miércoles de ceniza es cuando el carnaval llega a su fin. Pero esta no es una despedida más, por el contrario se trata de todo un ritual en el que los lugareños recorren, junto a algunos turistas, el centro de Tilcara y lentamente dejan atrás los distintos puntos del pueblo donde los participantes son convidados con ofrendas, mientras entre festejos y excesos se van alejando hacia las montañas a enterrar el carnaval. El entierro consiste en que el muñeco que representa al diablo es, a medida que transcurre la peregrinación, venerado por todos los presentes. Hojas de coca, chicha, alcohol, cigarillos, frutas y quesos de cabra producidos especialmente para este rito son ofrecidas en reverencia al diablo. Tras la música típica, bailes y lamentos, el carnaval es enterrado hasta el año próximo. Se lo hace por la tarde-noche y ante la mirada de pocos, ya que el lugar secreto que se elige para que el diablo descanse en paz no debe ser conocido por la mayoría. Sólo algunos son los privilegiados del año para elegir y cavar la fosa cerca de algún cardón o cactus.
Disfrazados también de diablos e invocando a la madre tierra, se canta, se grita, se baila, se hacen ofrendas y finalmente se llora, porque hasta el año próximo los hombres vuelven a la rutina.
El próximo año, llegado el mes de enero, los elegidos se encargarán de desenterrar al muñeco para que la fiesta se apodere nuevamente de Tilcara, de sus montañas, sus calles y su gente. Como todos los años, como sucede desde siempre.
Dónde dormir: SumajPacha Cabañas, Cabañas Mirador del Virrey, Cabañas Chilcagua
Cómo llegar a Tilcara