Cada año la provincia de La Rioja vive sufiesta folclórica y popular más importante a mediados del mes de febrero: la Fiesta de La Chaya, una ceremonia ancestral de origen diaguita muy ligada al carnaval que, que se realiza para agradecer al rey sol y a la madre tierra, y que este año (2015) tendrá lugar entre el 13 y el 17 de febrero. En los barrios, pueblos y calles se mezclan la harina, la albahaca y el vino para celebrar una tradición ancestral, conjugando el antepasado originario y el legado diaguita al celebrar el éxito en la recolección de frutos, aquellos que la tierra sabiamente devolvió a manos del agricultor.
Se trata de un carnaval en el que durante tres días corridos se puede disfrutar de coloridos desfiles, shows folclóricos y los tradicionales “topamientos” (acercamiento festivo) en más de 300 barrios de la capital provincial, donde pobladores y turistas intercambian saltos, bailes y gritos de alegría mientras se embadurnan con agua, harina, vino, albahaca, espuma y hasta algunas pinturas en el rostro.
Según cuenta la leyenda, un día la joven y hermosa india Challay dolida por su amor imposible hacia el príncipe de la tribu, desapareció en la montaña hasta convertirse en nube. El vocablo de raíz quechua es conocido popularmente como chaya o “agua de rocío”, y simboliza la espera del agua, elemento vital para el pueblo riojano por sus tierras áridas y secas.
Cada año, la niña chaya reaparece en forma de rocío para posarse en la flor de cardón y de este modo bendecir la siembra. A su vez, el pujllay (que significa “alegría o juego”), frustrado por la oposición de la tribu al amor de la chaya, se vuelca al alcohol y muere quemado en el fogón de la fiesta. Esta es quizás la tragedia riojana de tinte griego que se da en las actuales ceremonias chayeras, donde reina un espíritu familiar tanto de fe como de arraigo.
La llegada del carnaval se inicia con la presencia del Pujllay, muñeco pintarrajeado vestido de harapos que esconde fuegos artificiales debajo de sus prendas. El ritual que da comienzo al festejo se conoce como Topamiento de la Cuma (comadre) y el Cumpa (compadre), en el que los protagonistas se reúnen en alguna casa o calle del pueblo para coronarse debajo de un arco de flores y guirnaldas. En ese momento, los miembros “topan” su frente y el público arroja harina, agua y serpentinas. Después de oír tres gritos chayeros intercambian sus guaguas, una masa cocida simbólica con forma de niño, o a sus ahijados “reales” si están presentes.
Con la presencia de reconocidas figuras del folklore la fiesta sigue el autódromo de La Rioja, donde un público de todo el país baila y canta al ritmo de zambas, vidalas y chacareras, desplegando toda su energía mientras juega arrojándose los elementos típicos de la celebración. La magia llega a su fin el domingo cuando se quema y entierra el Pujllay, entre el estruendo de cohetes y el llanto de comadres y padrinos por su partida.