Su imponente presencia puede observarse a distancia en la sierras. El Castillo de Mandl es, para los vecinos de La Cumbre, una historia con secretos a voces y una leyenda, y para los turistas, un paseo inevitable.
Se trata de uno de los únicos castillos que quedan en pie en las sierras cordobesas del Valle de Punilla. Fue construido en la década del ’30, encargada por Bartolomé Vasallo, un cirujano rosarino enamorado de La Cumbre que pasaba allí sus vacaciones de verano junto a su familia.
La fabulosa casa tenía en la entrada un cañón y torres para custodiar la propiedad.
Diez años más tarde, Vasallo intentó donarlo pero el municipio y la provincia lo rechazaron, por lo que posteriormente salió a remate.
El Castillo fue comprado por un austríaco, Fritz Mandl, con una historia particular a sus espaldas: fabricante de armas, Mandl se las vendía a Alemania. Llegó a la Argentina huyendo de Hitler y aquí se hizo amigo de Perón. Compró el castillo junto a su esposa, la actriz Hedy Lamarr. Lo reformó, le quitó el aspecto medieval que lo caracterizaba y vivió entre el castillo y la ciudad de Buenos Aires hasta que murió en 1977, en esos años se divorció de Lamarr pero no tenía miedo al matrimonio: se casó cuatro veces más.
Por su propiedad pasaron personalidades europeas pero Mandl llevó una vida muy reservada en La Cumbre. Paseaba, cabalgaba e iba a jugar golf.
Tras su muerte, la propiedad fue deteriorándose ya que sus hijos dejaron de ir. La casa poseía innumerables objetos de valor y obras de arte. En 1990, algunas de estas piezas fueron robadas.
En esa época, uno de los hijos de Mandl, dejó la propiedad a Hugo Anzorreguy, titular de la SIDE, a cambio de hacerse cargo de su mantenimiento e impuestos.
Así fue como el Castillo de Mandl pasó a ser sede de reuniones frecuentes de políticos y jueces. Su ubicación privilegiada, en un lugar con poca afluencia turística, y su campo de golf, eran los factores que jugaban a favor del castillo.
En el ’99, Carlos Menem visitó el castillo, y como él, numerosos políticos que hoy figuran en el libro de visitas del lugar.
Un castillo morisco en las Sierras Chica
Las sierras chicas también tiene su castillo con historia. Construido en la década del ’20 en Unquillo por un banquero catalán, el castillo Monserrat posee un estilo morisco, ya que su dueño quiso recrear las fortificaciones andaluzas.
El castillo cuenta con una sala principal recubierta de azulejo belgas y un aljibe.
A principios de los 2000, el castillo pasó a manos de un matrimonio que actualmente reside allí, por lo que solo es abierto al público en ocasiones especiales: presentaciones o muestras de arte.
Un castillo ecléctico
En Villa Carlos Paz, frente al lago San Roque, se encuentra el Castillo de Furt.
Jorge Furt compró una propiedad en 1930 y decidió rediseñarla a su gusto. Para ello, utilizó como modelo sus castillos preferidos, por ejemplo, la torre principal es copia del palaciod de Pitti.
El castillo es propiedad privada, por lo que solo puede observarse desde el exterior. Se encuentra sobre la ruta 38.