San Carlos de Bariloche es una ciudad digna de ser visitada en cualquier época del año. Además es reconocida por la fabricación de los chocolates más puros y artesanales del país, lo que hace parte de su identidad. La industria del chocolate allí comenzó hace más de 50 años con los inmigrantes europeos que trajeron las recetas de sus tierras y que hoy perdura gracias a que el clima es favorable para su fabricación y consumo y a que la tradición ha trascendido de generación en generación. En la actualidad aquellas primeras empresas continúan fabricando la materia prima genuina y el chocolate se instaló como un producto típico de esta ciudad.
Este aporte de los primeros pobladores a la gastronomía local y el hecho de ser uno de los destinos preferido por los turistas locales y extranjeros, han hecho que cada año en Semana Santa, Bariloche tenga otro importante y delicioso pretexto para visitarla: la Fiesta del Chocolate, cuya realización está ligada a la recuperación de la ciudad después de que el Volcán Puyehue dejara su huella.
Durante toda la semana hay distintas actividades y eventos. Sobre la calle Mitre, en una extensión de casi dos cuadras, se arma la barra de chocolate más larga del mundo que es repartida entre los presentes. El fin de semana se da lugar en Encuentro Nacional de Escultores de Madera y la Exposición de Mesas de Pascua de distintos países.
En el escenario mayor, se presentan diferentes artistas que amenizan las noches con folclore, tango y ritmos modernos. Los paseos por las calles céntricas de la ciudad se hacen más agradables porque el chocolate sale a las calles, las chocolaterías de las arterias prestan especial atención a sus vidrieras y promociones.
El domingo de Pascua el Centro Cívico se convierte en el centro de todos los festejos y donde se ubica el tradicional y gigantesco huevo de pascua de más de 8 metros de altura por 5 de diámetro, fabricado por afamados chocolateros. Es una real obra de arte que en un principio está puesta para ser observada, pero ese día, luego de la cuenta regresiva cantada por todo el público reunido en la plaza, se rompe para ser consumido. Papelitos, globos, música y mucha alegría acompañan el momento que es disfrutado por todos, hasta el gran cierre en el que después de las 23 horas el cielo de Bariloche se enciende y se llena de colores con fuegos artificiales para despedir a la fiesta y a sus visitantes.
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