Hay tantas formas de viajar como personas. Hospedarse, para algunos, puede ser secundario y para otros, fundamental, pero siempre detrás de cada lugar hay una historia, una familia de emprendedores con el deseo de brindar un servicio y hacer sentir cómodos a otros. Ese es el sueño de Oscar y Shuly, dos mendocinos que desde hace casi una década buscan cómo hacerle pasar una estadía de relax a sus clientes en sus cabañas de Valle Grande y San Rafael.

En lo primero que pensó Oscar cuando dejó su vida como constructor para dedicarse a ser cabañero junto a su esposa fue en hacer algo distinto. “Cuando pensamos en eso dijimos ‘bueno, vamos a hacer algo que tenga que ver con la naturaleza’ y por eso adoptamos la formas circulares y los arcos de medio punto”.

Sus cabañas parecen salidas de un cuento o una película. Y aunque la gente piense en ficción cuando las ve, son reales. Pequeñas a simple vista, pero cálidas y amplias por dentro, con paredes de piedra y techos cónicos, un bosque alrededor, un pozo de fuego y un lago con peces a metros. Por dentro tiene espacios laberínticos, colores tierra y verdes y un estilo rústico en las paredes y la decoración. Podría ser un escondite en una aldea, pero es un remanso de tranquilidad en la vida actual.

“Usamos un recurso constructivo de la antigüedad, como lo hicieron griegos, romanos, mayas y otras culturas. Ellos usaban arcos, nosotros también. Nos tomamos mucho tiempo para construirlos ya que el conocimiento para llevar a cabo este tipo de obras no es muy común de encontrar en los grupos humanos. Fuimos copiando algunas cuestiones de la naturaleza que nos llamaban la atención, algunos dicen que son casitas bonitas para los niños, pero está pensado para dos o tres personas a los efectos de poder mantener la impronta de la tranquilidad y de la paz”, dijo Oscar a RedCabanias.

“Convertimos el predio que teníamos en algo distinto, algo que de alguna forma nos hace sentir dichosos porque cuando uno hace un proyecto que tiene que ver con el goce de terceros como es el turismo, no debe tener una actitud de servicios, si no no sirve”, aseguró Oscar y contó que lo que siempre buscó con su esposa es “cambiar las sensaciones, hacer que las personas estén en un lugar distinto y sientan paz”.

La experiencia de los turistas

“La gente se va satisfecha y siempre estamos atentos a que así sea. Es algo que queremos y nos preocupa. Tenemos bastante éxito, la respuesta de los huéspedes es buena, se sienten en un refugio, especialmente de las mujeres que detectan algo especial, casi espiritual”, contó Oscar.

Para él la clave está en hacer las cosas con amor porque “se puede trabajar con el corazón, no siempre el turismo es rentabilidad. Cuando se pone pasión, las cosas salen bien y hacen que nuestros días sean sumamente satisfactorios”.

Cómo llegar

La Aldea Encantada se encuentra en San Rafael, a 28 kilómetros de El Cañón del Atuel, a 6 del zoológico de San Rafael y a 13 del aeropuerto de la ciudad.