Argentina es conocida en el mundo por la calidad de sus vinos, desde los vinos de altura, hasta las más exquisitas variedades producidas en valles cuyanos y patagónicos, pero pocos conocen la ruta del Vino de la Costa, cómo llegó a estas tierras y del esfuerzo de sus productores que intentan colocarlo en el mapa, junto a otras variantes argentinas.
Los dos circuitos del Vino de la Costa
Si te interesa el enoturismo, podés conocer los dos circuitos principales de la Costa. El primero de ellos, recorre la zona de la costa del Río de la Plata, al noreste de la provincia de Buenos Aires, desde Magdalena hasta el Delta del Tigre, aunque por extensión, también se incluyen los productores del extremo norte de la provincia, en las costas del Paraná, y de Santa Fe. Durante años cayó en el olvido, pero hoy busca un resurgimiento y hasta tiene fiesta propia.
Qué podés ver en este circuito
Podés conocer las quintas de los productores y la historia de los inmigrantes del Río de la Plata. Los paisajes no son los típicos de otras zonas vitivinícolas, aquí vemos tierras bajas y una zona costera muy especial, como es el Delta del Tigre.
Los inmigrantes que llegron a estas tierras a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, fueron los que comenzaron a cultivar vides en la zona, incluso hasta en lo que hoy es la Ciudad de Buenos Aires. La planta se adaptó perfectamente al clima local y dio como resultado un vino con características propias, de un sabor diferente. Se difundió rápidamente entre los habitantes de la zona costera y así nació el vino de la Costa. Hoy, la producción continúa, aunque más alejada del centro porteño y en una pequeña escala, que atrae a curiosos y expertos por ser un vino en su mayoría artesanal y gran calidad.
El vino de la Costa Atlántica
El segundo circuito, más alejado de CABA, se ubica en la Costa Atlántica y es un aporte más para el turismo costero. Se desarrolla entre las ciudades de Mar del Plata y Miramar. Esta nueva ruta permite conocer una variante distinta del turismo del vino: la vitivinicultura de clima marítimo. Aquí, el paisaje de viñedos que quizá conocimos en otras regiones, como en Cuyo o en el norte, cambia totalmente y puede parecerse más al de una campiña francesa, con suaves ondulaciones y rodeada de cultivos propios de la zona como trigales.